Desterrar espíritus malignos del mundo material, invocar los cuatro elementos, visionar el futuro de alguien a través del tarot o promover la presencia de un guía parecen tareas esbozadas de una obra de Tolkien, dónde la magia actúa bajo el amparo de la ficción. Así se podría introducir una obra que versara sobre la vida mágica de un brujo de tiempos inmemoriables pero si se trasladan estos hechos al tiempo presente, en el que la ciencia impone sus más estrictas categorizaciones, Santi Molezún demuestra ser un brujo consolidado y el primero del siglo veintiuno.

Con una larga carrera espiritual y mágica que pudo haber comenzado en vidas pasadas, Santi Molezún nos sorprende con un diario en el que se desnuda por completo tanto ante los que le idolatran como a los que vierten críticas. Un diario que vio la luz por vez primera el 6 de diciembre pero cuya idea había sido forjada años atrás como él mismo cita:”Hace años que vengo rondando la idea de escribir mi diario”.

Día tras día entabla una conversación íntima con su confidente que resulta ser el diario, derramando todas sus vivencias a lo largo de la jornada y, al mismo tiempo, inyectando experiencias pasadas que ilustran su evolución como persona.

Porque Santi es una persona, un ser humano que respira, que siente, que sufre, que se angustia en el medio de una multitud, que pierde la conciencia por un sabroso pastel y sobretodo, que ama a quién se lo merece. Alejado de esa figura mística propia de un faraón egipcio él mismo reconoce : «No soy ningún profeta, no soy ningún iluminado, y la gente me explota como si lo fuera.Soy mucho más humano que muchos, y mucho más Dios que otros, pero, los Dioses, a veces, solo son niños.”

Día a día, desde pequeño, ya le leía las cartas a señoras de la alta sociedad en su habitación sobre el edredón de su cama, una situación que provocaría con el devenir de los años, que su personalidad humana creciera pareja a su personalidad mágica formando un todo inseparable que, a veces, puede resultar un gran inconveniente.

Sin embargo, él lucha por seguir ejerciendo profesionalmente como brujo sin que esto afecte a su vida privada, compartiendo sus mejores momentos al lado de las personas que más quiere y al lado de sus amigos, esas personas que no le preguntan si le va a tocar la lotería o si se van a enamorar pronto, sino que están a su lado por cómo es él no por quién es y qué hace.

Pablo Regueiro (11:50 pm)