1 de Noviembre

Bosque otoñal con hojas doradas en el suelo y una neblina que envuelve la escena, evocando el misterio de la temporada y su relación con las tradiciones esotéricas.

Feliz otoño, bienvenida nueva estación desde el 21 de septiembre en el hemisferio norte. Un nuevo ciclo de la naturaleza comienza, trayendo consigo nuevas preocupaciones y sensaciones: el frío, las hojas cayendo de los árboles y cubriendo el suelo con su característico amarillo otoñal, convirtiéndose pronto en el abono que dará vida a la próxima primavera.

El otoño es una de las dos estaciones donde el día y la noche tienen una duración prácticamente idéntica, lo que se conoce como equinoccio. Durante los equinoccios (21 de marzo y 21 de septiembre), el Sol se posiciona en la línea del ecuador celeste, haciendo que sus rayos incidan por igual en ambos hemisferios. De esta manera, la duración del día es exactamente igual a la de la noche.

Ayer, según la tradición mágica Wicca, se celebró Samhain en el hemisferio norte (boreal) y Beltane en el hemisferio sur (austral), mientras nos acercamos al final del año. El 31 de octubre marca el año nuevo de los brujos, una festividad que anuncia la llegada del crudo invierno el próximo 21 de diciembre, cuando se celebra Yule.

En esta época del año, las noches empiezan a alargarse, el reloj se atrasa una hora y las calefacciones comienzan a encenderse. En algunas partes del mundo, ya han empezado a colocar decoraciones navideñas, adelantándose con la obsesiva urgencia del consumismo de «amor y paz». Es otra de esas vergonzosas prácticas modernas, tan invasiva como la interminable publicidad en los canales de televisión: diez minutos de película y media hora de anuncios.

La noche del 31 de octubre, según la tradición, el Dios de la Muerte permite que los difuntos regresen, facilitando la comunicación con los que ya no están. Es un momento especial para conectar con los antepasados y con aquellos que hemos perdido. A veces, me pregunto dónde estaría mejor, si aquí o allá.

Para quienes celebran Beltane, esta es una festividad de fertilidad, el despertar de la pubertad de los dioses y el descubrimiento del placer. En el hemisferio norte, lo celebramos el 30 de abril o el 1 de mayo.

Antiguamente, en las sociedades rurales, Samhain era el momento en el que el grano ya estaba almacenado y los granjeros podían calcular cuántas cabezas de ganado podrían mantener durante el invierno. Esto significaba sacrificios y ventas de los animales que no sobrevivirían al frío. Cruel, práctico y necesario, así ha sido siempre la naturaleza humana.

Anoche fue un momento de fuerte conexión con el más allá. Las líneas esotéricas estuvieron saturadas, los médiums en comunicación con los difuntos y el tráfico entre dimensiones en su punto más álgido. Según la tradición, se realizan cenas mudas con un lugar reservado para aquellos que ya no están. La Diosa llora la pérdida de su marido mientras observa el nacimiento de su hijo.

Es una fecha que me genera ganas de encerrarme en casa, de sumergirme bajo las mantas y ver películas hasta la tarde, despertarme, desayunar y seguir enredado entre las sábanas con la televisión encendida.

Historia y manipulación de creencias:

Según investigué, el Papa Bonifacio IV consagró el «Panteón de Agripa» al culto de «la Virgen y los Mártires», conmemorando a los santos anónimos. Posteriormente, el Papa Gregorio III (731-741) trasladó esta celebración del 13 de mayo al 1 de noviembre para hacerla coincidir con la festividad celta de Samhain. Este cambio fue parte de una estrategia de conversión al cristianismo, ya que los celtas se resistían a abandonar sus costumbres. Al imponer una festividad de apariencia similar en la misma fecha, la Iglesia esperaba lograr una transición «más natural» de su fe.

Con la llegada de los romanos, la cultura celta se fusionó con la de los césares. Aunque los druidas fueron desapareciendo, la fiesta de los muertos sobrevivió y se mezcló con las festividades romanas de Pomona, diosa de la fertilidad y los frutos.

1 de noviembre en la actualidad:

Hoy, día de Todos los Santos, el otoño ha desplegado todo su esplendor en Galicia. Hace frío y, como cada año, se celebra la feria de Monterroso, a la que acuden más de 80.000 personas en busca de queso y caballos. Yo, en cambio, he preferido quedarme en casa. Nunca voy al cementerio. Mi padre está muerto en el armario de mi madre; no tengo nada que buscar en ese lugar frío y desolador donde solo se acuerdan de él un día al año. El resto del tiempo, ese sitio permanece tan abandonado como un viejo en un asilo o un perro en una autopista.

Tucho, milagrosamente, está mejor. No quiero adelantarme ni tentar al destino, pero hoy le doy gracias a Dios por cada instante que nos regala juntos.

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