10 de Noviembre

Un ambiente místico y acogedor en una oficina creativa, llena de energía vibrante, tarot, libros espirituales y elementos místicos.

El tiempo se me pasa volando, parece que fue ayer cuando aún iba a la playa, y dentro de un mes ya estaremos en Navidad. Con 36 años, la vida se percibe con otro ritmo, los días pasan a una velocidad vertiginosa. Entre que voy y vengo del trabajo, apenas me doy cuenta y ya es hora de cenar, y en cuanto me siento, se me cierran los ojos de sueño.

A nivel mental, me siento animado, la mayor parte del día estoy alegre, aunque no haya un motivo concreto para ello. Es como si me hubiera quitado de encima 15 kilos de peso. Estoy enérgico, sin tristeza ni miedos, pero por las noches el cansancio me derrumba.

Todavía no he arreglado la rueda de mi coche, sigue completamente desinflada, pero la falta de ganas me ha hecho ir a todas partes andando. No es que me haya vuelto deportista, simplemente no tengo ganas de complicarme con lo que debería hacer. Hasta ahora, en seis años con el coche, nunca me había pasado esto, y la verdad es que no tengo ni idea de cómo cambiar una rueda. Sé que hay que colocar un gato debajo, levantar el coche, desenroscar la rueda y sustituirla por otra, pero nunca lo he hecho. Y hablando de gatos, tengo diez en casa, pero ninguno me sirve para eso. Pediré ayuda en el garaje, a ver si tienen uno.

Mis periquitos han estado todo el día sueltos, volando de un lado a otro. Se les ve mucho más felices y les viene genial hacer ejercicio. A mí también me vendría bien, así que he decidido aplicarme el cuento y empezar a hacer remo con la máquina que tengo en casa. Tengo un montón de aparatos de entrenamiento que espero comenzar a usar la próxima semana. Hace dos años iba al gimnasio tres o cuatro horas seguidas, de las cuales hacía una hora de step, y ahora no hago nada… me estoy oxidando. Me encantaría ir a la piscina todos los días, pero no encuentro a nadie que me acompañe y no me apetece ir solo.

Hoy me llamó una clienta que quería saber si iba a vender unos cuadros. Se trataba de cinco Goyas… ¿Te imaginas poder contemplarlos en persona en su casa? ¡Qué belleza!

¿Cuánto dinero pueden costar? Solo imaginarlo me hace soñar. Le pedí si podía hacerles una foto para mí. Así podré ampliarlas y ponerlas en mi despacho, como una ventana a los originales. Me dijo que sí, así que soy feliz con semejante regalo. Claro que no es lo mismo que tener el original, pero es una imagen del cuadro real, impregnada con la energía de Goya mientras los pintaba. ¿Te imaginas? ¡Qué grande! La esencia y los pensamientos de un genio como Goya captados en una instantánea… Es como si el cielo me besara.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *