15 de Marzo

Una escena introspectiva de un hombre en un entorno tranquilo, reflexionando profundamente sobre su vida, el karma y los cambios recientes en su existencia.

Hace tiempo que no te escribo. Te tengo completamente abandonado. Lo siento, pero necesitaba alejarme por un tiempo, vivir mi intimidad sin compartirla, disfrutar del silencio sin ojos ajenos analizando mis pasos. A veces, la ausencia de miradas me devuelve una libertad que solo en la soledad puedo recuperar.

Desde que te creé, hace más de un año, nunca había tardado tanto en llenar estas páginas. Mi vida este mes ha sido un torbellino de cambios, creo que positivos. Mi salud, sin embargo, sigue pendiendo de un hilo. La acupuntura y los antiespasmódicos son mis aliados para mantenerme en pie, aunque las horas de dolor siguen siendo mi rutina, recordándome que el cuerpo también tiene su propio lenguaje de quejas y exigencias.

He tomado decisiones que han cambiado radicalmente mi día a día. He contratado a María, mi astróloga de confianza, para que haga cartas astrales en mi tienda de Santiago de Compostela. Ahora todo cobra un nuevo ritmo: puedo dedicarle más tiempo a mis consultas por teléfono. Si antes la centralita estaba repleta, ahora parece la cabina de un avión de última tecnología, con luces parpadeantes indicando llamadas constantes. Sergio, mi mejor amigo, y la tecnología me ayudan a sobrellevar jornadas maratonianas desde las diez de la mañana hasta bien entrada la madrugada.

Robert, mi mánager, está en plena ofensiva promocional. Yo, por mi parte, me siento abierto a nivel energético. La acupuntura ha sido milagrosa: ha desatascado los canales fríos de mi alma, permitiendo que la energía fluya con la naturalidad de un río que había estado represado. Siento el movimiento interno con cada aguja, como si fueran llaves que destraban puertas selladas hace tiempo. La paciencia y el positivismo han tomado el timón de mi vida. Sin embargo, también he desarrollado una ecuanimidad más afilada, más fría, sobre todo en lo que respecta a erradicar a ciertas personas de mi vida. No ha sido fácil alejarme de quienes drenaban mi energía, pero lo he hecho. En su lugar, me he volcado en quienes realmente importan, en quienes me necesitan y a quienes necesito.

Durante cuatro años he dedicado mi vida a mis tiendas, pero echaba de menos estar en casa. Ahora disfruto más de mis horas con mis gatos y mis perras, y trabajo desde un despacho donde atiendo, en promedio, unas sesenta llamadas diarias. Sergio, desde otra habitación, se encarga de contestar mensajes y gestionar las citas. La publicidad que tenía prevista para primavera se ha adelantado, y la demanda ha crecido sin freno. No quiero perder ni una sola llamada, así que las atiendo personalmente. ¿Agotador? Sí, pero reconfortante cuando a final de mes veo los frutos de mi esfuerzo.

Dani, mi pareja, ha comenzado a trabajar en un periódico local, «Santiago Siete», escribiendo reportajes, entrevistas y una columna semanal de sociedad. Me gusta mucho cómo escribe; tiene un gran futuro por delante. Sergio, por otro lado, ha decidido seguir mis pasos y se ha apuntado a la misma clínica de acupuntura. Quiere perder peso y sentirse mejor consigo mismo. No sé muy bien en qué puntos le están clavando las agujas, pero él va dos veces por semana como yo. Eso sí, a él no le ponen una aguja en los huevos… y a mí sí.

Esta semana también me he enfrentado a una tragedia digital: mi disco duro externo, donde guardaba todos mis trabajos y documentos importantes, ha muerto. Me lo han confirmado después de llevarlo a reparar. He perdido todo: mis webs, mis diseños, mi diario, mis fotos, mis correos, mi agenda de clientes de ocho años. Nada es casual. Quizás este desastre ha venido a recordarme que debo renovarme, que debo mirar hacia adelante y no aferrarme al pasado. En lugar de enfurecerme como habría hecho antes, quizás por efecto de las mágicas agujas, simplemente respiré y acepté la pérdida. No pasa nada. No te aferres a lo que tienes.

Como parte de mi proceso de cambio, decidí saldar cuentas con mi pasado y limpiar mi karma. Me propuse restar energía negativa en mi vida haciendo buenas obras incluso hacia quienes consideraba mis enemigos. No fue fácil, pero lo intenté. Sin embargo, algunas personas rechazaron mi gesto y decidieron devolverme mi intento de redención en forma de desprecio.

Uno de los casos más sonados fue el de Aramís Fuster. Compré hace más de un año y medio dos dominios con su nombre: www.aramisfuster.tv y www.aramis.tv. Como gesto de reconciliación, le diseñé una web preciosa y le envié un correo explicándole que era un regalo para restar el karma de nuestras disputas en televisión. Quería compensar el daño que le había hecho públicamente con un acto sincero. Algo así como: «Te jodo, pero te ayudo a levantarte».

Su respuesta fue un desaire absoluto. A través de un correo firmado por «Burrito Platero», su supuesto asistente, me dejó claro que no aceptaba regalos de alguien como yo. No sin cierto dramatismo, me acusó de buscar protagonismo a su costa y de difundir mentiras sobre su persona. Me dijo, en pocas palabras, que para ella yo no existía. Perfecto. Mi intención era limpiar mi karma, no recibir aplausos.

Me respondió haciéndose pasar por otra persona lo siguiente:

From: Burrito Platero To: santimolezun@santimolezun.es  Subject: Pagina web Aramís Fuster Sent: Sunday, February 25, 2007  11:44:11 AM

«Estimado Sr. Molezún, como persona que recibe y filtra su correo, le escribo en nombre de su admirada Aramís Fuster, con el objeto de contestar a su ofrecimiento de realizarle una página web. Sintiéndolo mucho, tengo que comentarle que Aramís no acepta regalos de personas como usted, que se dedican con tanta frialdad a insultarle y a mentir sobre su figura. No es usted alguien de quien la Señora Fuster acepte tratos; y eso incluye páginas web o montajes televisivos. En otras palabras, para ella usted no existe.

En cuanto al esfuerzo que ha podido hacer en el trabajo que envía, sería mejor que en próximas ocasiones, no se tome tantas molestias para diseñar páginas web que la Señora Fuster no le ha pedido, (ella ni siquiera les ha echado un vistazo), y ya que estamos, tampoco para contar mentiras a los medios, buscando algo de protagonismo  a su costa. El público no es tonto, y los mentirosos acaban hundiéndose en su propia porquería.

La Señora Fuster le desea mucha suerte en su carrera televisiva haciendo cosas en las que sea usted el único protagonista … sean cuales sean esas cosas, pues hasta el momento les son desconocidas … y por favor, no le envíe más correos para explicárselas … a Aramís no le interesan en absoluto, y ni llega a leerlos.

Por favor, no se tome la indiferencia de Aramís Fuster para con su persona como algo personal, simplemente, todo lo que Usted ha generado en los medios le aburre, así que es mérito suyo.

Pese a todo si quiero decirle, a título personal, que me ha parecido perfecta una frase de la página que le ha dedicado a Aramís: «Aramís no es sólo una imagen, es una forma de vida».

Saludos».

Pese a su rechazo mi Karma estaba saldado con ella , así que decidí borrar todo lo creado, y restar Karma con otras personas de «mi vida negativa», eliminar la web que le había creado con tanto esmero y seguir adelante.

Pensé en otros con quienes había tenido roces. Aída Nízar fue una de ellas. Le escribí un mensaje aclarando nuestras diferencias y ella me respondió con un agradecimiento cargado de autopromoción sobre su nuevo perfume «Lo siento by Aída Nízar». Tres aromas diferentes, agua de coco, agua fresca y Night, con y sin brillantina. Me explicó, con gran entusiasmo, que parte de los beneficios irían a una ONG llamada «El Batey». Me limité a sonreír y leer esta respuesta con mayúsculas y minúsculas a la badalá:

«…, GRACIAS POR TUS ACLARACIONES,GRACIAS  POR TU CONFIANZA EN MI PERSONA, GRACIAS POR HACERME  SENTIR QUE TODO ESTO MERECE LA PENA … Y POR QUE EN LA VIDA DE AIDA NO HAY ERRORES  SI NO LECCIONES, el martes podréis comprar «LO SIENTO BY AIDA NIZAR» mi nuevo perfume en todas las tiendas multiprecio de España… Tres aromas diferentes, agua de coco, agua fresca y Night, todos ellos en dos versiones con y sin brillantina. Eso por lo que me preguntan tantas admiradoras, que me hace brillar tanto las piernas y el cuerpo, por tan sólo 4 euros, LA PARTE DE MIS BENEFICIOS VA PARA UNA ONG LLAMADA «EL BATEY», EN LA CAJA ESTAN LOS DATOS, un abrazo.»

Uf,  ¡necesitaba más agujas!, mi positivismo empezaba a desquebrajarse, ¿realmente puedo restar Karma con estas respuestas? … el destino me lo ponía difícil…

Restar Karma no depende de lo que te den sino de lo que des, no depende de lo que te respondan sino de tu respuesta ante algo, así que seguí mi trayectoria de Dharma.

La verdad es que la vida se encarga de recordarnos que el karma no se mide por la respuesta que recibimos, sino por la intención con la que damos. Como decía: Samael Aun Weor, «el karma es una medicina que se nos aplica para nuestro propio bien». Aceptarlo, negociar con él y hacer el bien sin esperar nada a cambio es el único camino para liberarse.

«Ante todo es necesario que entendamos lo que es la palabra sánscrita Karma. No está de más aseverar que tal palabra en sí misma significa Ley de Acción y Consecuencia. Obviamente, no existe causa sin efecto, ni efecto sin causa. Cualquier acto de nuestra vida, bueno o malo tiene sus consecuencias. Es indubitable que el Ego comete innumerables errores cuyo resultado es el dolor. Pensemos por un momento en las muchedumbres humanoides que pueblan la faz de la Tierra. Sufren lo indecible víctimas de sus propios errores; sin el Ego no tendríamos esos errores, ni tampoco sufriríamos las consecuencias de los mismos. La Ley de Karma y Darma está dirigida por el Jerarca Anubis y sus cuarenta y dos Jueces de la Ley. Lo único que se requiere para tener derecho a la verdadera felicidad es ante todo no tener Ego. Ciertamente, cuando no existen dentro de nosotros los agregados psíquicos, los elementos inhumanos que nos vuelven tan horribles y malvados, no hay Karma por pagar y el resultado es la felicidad. Cuando uno vive de acuerdo con el recto pensar, el recto sentir y el recto obrar, las consecuencias suelen ser dichosas. Desafortunadamente,  el pensamiento justo,  el sentimiento justo,  la acción justa,  etc., se hace imposible cuando una segunda naturaleza inhumana, actúa en nosotros y dentro de nosotros y a través de nosotros, aquí y ahora.

Si no fuese por el mí mismo, nadie sería iracundo, nadie codiciaría los bienes ajenos, ninguno sería lujurioso, envidioso, orgulloso, perezoso, glotón, etc. La Justicia y la Misericordia son las dos columnas torales de la Fraternidad Universal  Blanca. La Justicia sin Misericordia es tiranía; la Misericordia sin Justicia es tolerancia, complacencia con el delito. En este mundo de desdichas en que nos encontramos,  se hace necesario aprender a manejar nuestros propios negocios para enrumbar el barco de la existencia, a través de las diversas escalas de la vida. El Karma es negociable y esto es algo que puede sorprender muchísimo a los secuaces de diversas escuelas ortodoxas. Ciertamente algunos pseudo-esoteristas  y pseudo ocultistas se han tomado demasiado pesimistas  en relación con la Ley de Acción y Consecuencia; suponen equivocadamente que ésta se desenvuelve en forma mecanicista, automática y cruel. Si la Ley de Acción y Consecuencia (Karma y Darma), si el Némesis de la existencia no fuera negociable, entonces ¿dónde quedaría la Misericordia Divina? Cuando una ley inferior es transcendida por una ley superior, la ley superior lava a la ley inferior. Haz buenas obras para que pagues tus deudas (Karma). Al León de la Ley se le combate con la Balanza.

Quien tiene con qué pagar, paga y sale bien en sus negocios; quien no tiene con qué pagar, pagará con dolor. Si en un platillo de la Balanza Cósmica, ponemos las buenas obras y en el otro las malas, es evidente que el Karma dependerá del peso de la balanza. Si pesa más el platillo de las malas acciones, el resultado será las amarguras; sin embargo, es posible aumentar el peso de las buenas obras en el platillo del fiel de la balanza y en esta forma cancelaremos Karma sin necesidad de sufrir. Todo lo que necesitamos  es hacer buenas obras para aumentar el peso en el platillo de las buenas acciones. Nunca debemos protestar contra el Karma, lo importante es saberlo negociar. Desgraciadamente  a las gentes lo único que se les ocurre, cuando se hallan en una gran amargura, es lavarse las manos como Pilatos, decir que no han hecho nada malo, que no son culpables, que son almas justas,  etc. A los que están en miseria que revisen su conducta, que sejuzguen  a sí mismos, que se sienten, aunque sea por un momento, en el banquillo de los acusados, que después de un somero análisis de sí mismos, modifiquen su conducta. Si esos que se hallan sin trabajo se tomasen castos, infinitamente caritativos, apacibles, serviciales en un cien por ciento, es obvio que alterarían radicalmente la causa de su desgracia, modificando en consecuencia,  el efecto. No es posible alterar un efecto si antes no se ha modificado la causa que lo produjo, pues como ya dijimos, no existe efecto sin causa ni causa sin efecto. No hay duda de que la miseria tiene sus causas en las borracheras, asqueante lujuria, en la violencia, en los adulterios, en el despilfarro y en la avaricia, etc. No es posible que alguien se encuentre en miseria cuando el Padre que está en secreto se encuentra aquí y ahora. El Karma es una medicina que se nos aplica para nuestro propio bien. Desgraciadamente  las gentes, en lugar de inclinarse reverentes ante el eterno Dios viviente, protestan, blasfeman,  se justifican  a sí mismos, se disculpan neciamente y se lavan las manos como Pilatos. Con tales protestas no se modifica el Karma, al contrario, se toma más duro y severo.

Reclamamos fidelidad del cónyuge cuando nosotros mismos hemos sido adúlteros en ésta o en vidas precedentes. Pedimos amor cuando hemos sido despiadados y crueles. Solicitamos comprensión cuando nunca hemos sabido comprender a nadie, cuando jamás hemos aprendido a ver el punto de vista ajeno. Anhelamos dichas inmensas, cuando hemos sido siempre el origen de muchas desdichas. Hubiéramos querido nacer en un hogar muy hermoso y con muchas comodidades, cuando no supimos en pasadas existencias brindarle a nuestros hijos hogar y belleza. Protestamos contra los insultadores cuando siempre hemos insultado a todos los que nos rodean. Queremos que nuestros hijos nos obedezcan, cuando jamás  supimos obedecer a nuestros padres. Nos molesta terriblemente la calumnia, cuando nosotros siempre fuimos calumniadores y llenamos al mundo de dolor. Nos fastidia la chismografia, no queremos que nadie murmure de nosotros, y sin embargo, siempre anduvimos en chismes y murmuraciones hablando mal del prójimo, mortificándole  la vida a los demás. Es decir, siempre reclamamos  lo que no hemos dado; en todas nuestras vidas anteriores fuimos malvados y merecemos lo peor, pero nosotros suponemos que se nos debe dar lo mejor. Los enfermos, en vez de preocuparse tanto por sí mismos, deberían trabajar por los demás, hacer obras de caridad, tratar de sanar a otros, consolar a los afligidos, llevar al médico a quienes no tienen con qué pagarlo, regalar medicinas, etc., y así cancelarían su Karma y sanarían totalmente.  Quienes sufren en sus hogares deberían multiplicar su humildad, su paciencia y serenidad. No contestar con malas palabras; no tiranizar al prójimo, no fastidiar a los que nos rodean, saber dispensar los defectos ajenos con una paciencia multiplicada hasta el infinito, así cancelarían su Karma y se volverían mejor.

Desgraciadamente,  ese Ego que cada cual tiene dentro, hace exactamente lo contrario de lo que aquí estamos diciendo, por tal motivo considero urgente, inaplazable, impostergable, reducir al mí mismo a polvareda cósmica. Cuando tal o cual Karma se encuentra ya totalmente desarrollado y desenvuelto, tiene que llegar hasta el final inevitablemente. Esto significa que sólo es posible modificar radicalmente  el Karma cuando el arrepentimiento es total y cuando toda posibilidad  de repetir el error que lo produjo, ha desaparecido radicalmente.  Karmaduro llegando a su final es siempre catastrófico. No todo el Karma es negociable. Es bueno saber también que cuando hemos eliminado radicalmente al «yo psicológico», la posibilidad de delinquir queda aniquilada y en consecuencia, el Karma puede ser perdonado.»

Y así sigo, aprendiendo, soltando, evolucionando. Clavándome agujas en los huevos si hace falta, pero sin dejar de avanzar.

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