Santi Molezún 2022

Santi MolezÚn

Parque de la Alameda en Santiago de Compostela

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Esta mañana fui al oculista, tengo los ojos enrojecidos y me pican mucho, estoy con la vista cansada y noto además que se me están cayendo las pestañas. Siempre he tenido conjuntivitis alérgica desde adolescente, necesito que me exploren bien y me den con el remedio efectivo para paliar estos síntomas tan molestos que me tienen harto.

La consulta del doctor era increíble, llena de alfombras y moquetas, de figuras y lámparas barrocas, sillones antiguos, papel en las paredes y música rock de fondo.

Parecía más mi consulta que la de un oftalmólogo. Cuando conocí al que será a partir de ahora mi médico preferido, entendí sus gustos vintage. He salido enamorado de aquel espacio «sin tiempo» donde un calendario no sabría qué fecha marcar. Siempre me ha gustado fijarme en las consultas de los demás, estudiar los detalles, observarlo todo, me da pistas de cómo será su dueño/a, hago apuestas conmigo mismo sobre quién me voy a encontrar sentado al otro lado del despacho. ¿Quién es el propietario de esas estatuas de perro de porcelana en ese estrecho y barroco pasillo enmoquetado?, ¿quién está detrás de algo tan increíble?¿quién esconde un amplificador de guitarra eléctrica en su despacho?¿qué artista se esconde detrás del doctor de bata blanca que está investigando mis ojos?. Hay que rallar la superficie de las relaciones humanas, son tan frívolas, que apenas ahondamos en los personajes maravillosos que conocemos. Tenemos delante a artistas, genios, inventores, héroes, escritores, pintores, artesanos, cocineros, amantes de una historia que supera la mejor serie o película, actores, cantantes, padres y madres coraje, que nunca llegas a conocer porque no miras en ellos cómo tampoco reparas en la preciosa luna que te alumbra.

Ya bien entrada la tarde atendí en mi consulta a un chico de unos 40 años que «vivía» en la calle. No tenía dinero y por supuesto no le cobré. Su vida fue un autentico desastre durante sus 40 años de existencia. Cuando nació, nació mal, con una serie de defectos físicos. La madre sin recursos, pidió una pensión de 3000 pesetas de por aquel entonces, solicitando una minusvalía psíquica para aquel niño con peculiaridades y así poder mantenerlo.

Él no soportó crecer durante toda su niñez con el dedo de toda la gente de un pueblo señalándole como el loco de la zona, por una serie de defectos físicos que no eligió y un título colgado en su espalda de «loco». No existiendo ninguna incapacidad mental, aunque sí léxica, al hablar, se va de casa a los 18 años a empezar una nueva vida.

Enfadado con el mundo y con todo su pasado empieza a delinquir con una serie de personas perdidas como él que se va encontrando a su camino en las calles, es apresado , metido en la cárcel, con todo lo que ello implica y soltado en varias ocasiones por su «incapacitación mental», título otorgado por una madre sin jornal.

Y aunque no hay mal que por bien no venga, él pasa su «libertad» con un complejo y frustración personal inmenso, que le ahogan en un abismo de soledad tremendo y le lleva directamente al mundo de la drogas.

De ahí hasta hoy, donde ha padecido todo tipo de infortunios, muchos de ellos provocados una vez más por sus propios actos, víctima del puñetero resentimiento a la vida o a la maldad de la gente de un pueblo y reticente falta de recursos. En esta historia triste, ahora en un momento de reflexión, suplica al destino amor de pareja, algo de ternura y una nueva vida.


Después atendí a una señora de 55 años, que llevaba felizmente casada 34 años con el «hombre de su vida», a todas partes iban juntos cual «Agapornis», siempre de la mano: se adoraban, se comprendían sin hablarse, ella sólo desea llegar a casa para estar con él. Pues bien, este hombre fallece de cáncer y ella se queda sola, triste y vacía. La vida le arrebata lo que más quiere. Desde entonces le visita y habla todos los días en el cementerio y le cuenta cómo le ha ido el día a “aquello” que queda de lo que un día fue su simetría espiritual y amorosa, la columna vertebral de su felicidad compartida, ahora completamente rota y sin respuesta bajo ese frío mármol.

Después de atender a estas dos historias y algunas más, me fui a pasear por el paseo de la Alameda con Dani y mis hijas perrunas: Greta y Mora, mi familia de cuatro patas.

Todo estaba lleno de personas haciendo «Footing», mientras corrían a nuestro alrededor, contemple los robles centenarios, este parque es uno de los sitios preferidos de mi ciudad. El terreno con su forma de herradura y rincones invita a pasear y a relajarse un rato. Es el camino de muchos estudiantes para llegar a la universidad en el campus sur.
El conde de Altamira regaló el parque a la ciudad en 1546. En 1835 se creó la Alameda propiamente dicha. Posteriormente, en los años 1855, 1873, 1874, 1878, 1879 y 1918 se fueron sucediendo diversas reformas, incluso ahora están en obras.

Este excelentísimo y eterno alcalde: «Sr. Bugallo» siempre tiene todo en obras, le encanta hacer agujeros, rotondas y garajes. Lo mismo hace con su vida privada.

Es un hombre entregado a su puesto y a su ciudad, ha hecho paseos preciosos y los ha unido para practicar senderismo urbano y poder conectar toda la ciudad a pie. Santiago de Compostela es una ciudad muy peatonal y esto me gusta muchísimo, cuantos menos coches mejor. Deberíamos tender todos a caminar más y dejar el coche aparcado por el bien de nuestra salud física y mental.


Dentro existen numerosos valores artísticos, como la Capilla de Santa Susana que es especialmente importante por su vinculación con la historia de la ciudad, ya que fue consagrada en el siglo XII por el «Arzobispo Xelmírez», figura fundamental en la historia de Santiago, para acoger las reliquias de Santa Susana traídas desde Portugal.

También está la Capilla del Pilar, la guardería de Santa Susana, el kiosco de la Música, la Casa de Banet y las estatuas dedicadas a «Rosalía de Castro», a la figura de la Lechera (una mujer que reparte leche por las casas recién ordeñada y que lleva un cántaro de aluminio con los litros bailando sobre su cabeza apoyado en un paño recogido). Recuerdo a esta figura desde niño, pues a casa venía todas las mañanas a traernos la leche que mi madre hervía para dárnosla como desayuno, me encantaba su nata, recuerdo a una señora mayor, vestía de negro, con un pañuelo blanco con el que secaba el sudor, tenía los ojos pequeños azules muy claros, esa mujer corpulenta que a buen seguro guardaba su historia siempre me hablaba cariñosa y enigmática, ella venía con los litros sobre su cabeza y otro cántaro similar en la mano. Yo le abría la puerta todas las mañanas y la miraba sorprendido con qué pudiese andar y subir las escaleras sin derramar ni una gota. Nos echaba la leche en una pota donde cabían unos 5 litros que mi madre a continuación ponía al fuego a hervir hasta derramarse la nata por fuera, apagaba el fuego e inmediatamente volvía a su estado de reposo y ya estaba lista para desayunar, nunca volví a beber una leche tan sana, rica y cremosa desde niño.

Hay estatuas a: «Castelao», «Pais Lapido», «Manuel Ventura Figueroa», «Méndez Núñez», «Lorca», vestido con el mono azul que empleaba en las giras con la compañía de teatro: «La Barraca» orientado hacia la estatua de «Rosalía de Castro», la intensa poetisa admirada por el creador gay andaluz, asesinado y perdido por un franquismo homófobo. A «Díaz Pardo», al genial enigmático y polémico «Valle­Inclán».

Una estatua a las dos Marías: unas mujeres soñadoras peculiares y posmodernas de su época a la caza de un novio soldado, maltratadas y violadas por un franquismo también clasista y absurdo y una sociedad estudiantil criada en blanco y negro: adinerada, mala, violenta y criticona que de forma cruel y diaria las vejaba y humillaba en público por su aspecto físico, originalidad en su ropa o su maquillaje alegre de color.

También hay dos fuentes de piedra preciosas donde mis perras siempre sacian su sed y mojan sus patitas.
Hasta el siglo 19 el parque fue diseñado en la tradición de los jardines románticos y correspondiendo a la jerarquía estuvo dividido en tres partes diferenciadas, con corredores para las distintas clases sociales. Viniendo desde la zona vieja de la ciudad, al comienzo del paseo de los árboles, custodian dos grandes leones desde 1885, realizados por «Méndez Núñez», en la entrada del parque.

Un poco más adelante Valle Inclán, a la izquierda del paseo, está sentado con su larga barba, completamente sólo, en el banco que siempre se sentaba mirando la catedral, como solía hacer en vida. Hacia la universidad encontramos las estatuas del «Arzobispo de Figueroa», «Rosalía de Castro» y «Pais Lapido».


El parque rodeó antiguamente una fortaleza prerromana en cuyo lugar se encuentra hoy la iglesia de Santa Susana rodeada de robles.
En la parte oriental del parque se encuentra un kiosko de música construido por «García Vaamonde». El pabellón dicen que es uno de los más preciosos de España.

No está nada mal para pasear y desconectar del mundo, tienes una superficie de 85.000 m2 para perderte y descentrarte de ti.
Está lleno de especies preciosas: El Acevo, el Enebro, el Abeto del Cáucaso, el «Abies nordmanniana» (un tipo de abeto también conocido como ‘La perona’, porque fue plantado por Eva Perón en su visita a Compostela en el año 1947). El Arce, el Falso Plátano, el Castaño de Indias, la Araucaria, la Camelia Florida, los Cedros del Himalaya (el árbol del amor), el Ciprés de Lawson, hay diversas variedades de cipreses. Son solo algunas de los seres que nos observan mientras recojo el regalo de Mora a la naturaleza con una bolsita de plástico.

Después de una hora de mover mi corazón, regresé a casa, le di de cenar a mis hijos gatunos, preparé la mía, y chatee con Karim un chico marroquí precioso, al que conozco de venderme alfombras y CDs ilegales. Es la belleza personificada en chico: buen cuerpo, alto, cara perfecta, ojos preciosos, me lo comería entero y lo lamería como a un polo.

Mañana tengo cita con la psicóloga por tercera vez, ya te contaré querido diario.

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