19 de Diciembre

Ilustración de dos personas conversando en un ambiente esotérico, con una luz tenue que evoca el misterio de la videncia.

Conversaciones con un joven español

—Hola —dijo Josep.

—Hola —respondí.

—Acabo de ver tu web.

—¿Y?

—He visto que das tu MSN.

—¿Por qué te sorprende?

—No sé, me preguntaba si lo haces por trabajo o para conocer gente.

—Lo hago por trabajo, pero también conozco gente.

—¿Las consultas solo las haces por teléfono?

—En persona también, pero el teléfono es lo más habitual. Cobro por Visa.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Depende. ¿Sobre qué?

—De ti.

—Bueno, adelante.

—¿Crees que este tipo de poderes, la videncia, se pueden desarrollar? ¿O se nace con ellos y ya está?

—Por supuesto que se pueden desarrollar o menguar por épocas. Se nace con ellos y se desarrollan a lo largo de la vida. Son como el pene.

—¡Vaya comparación!

—Es lo mismo, crecen con el tiempo.

—¿Y cómo puede saber uno si los tiene o tiene facilidad para ello?

—Porque lo notas en pequeños detalles, aparecen con ráfagas.

—¿Ves imágenes claras?

—Sí, pero no sobre acontecimientos fortuitos.

—Perdona que te haga tantas preguntas, pero es la primera vez que puedo hablar de esto con alguien.

—Tranquilo.

—Cuando tienes una visión, ¿es como una imagen repentina?

—Cuando tienes una revelación, es como correrse.

—¿Cómo?

—Cuando haces el amor, ¿cómo sabes que te vas a correr?

—Lo noto.

—Pues cuando adivinas, es lo mismo. Lo notas.

—¡Guau, qué bueno el símil!

—Sientes una energía concentrada que explota en una imagen, que plasmas en tu consciente o subconsciente, y le das el nombre de videncia.

—¿Y puedes provocar esa «corrida»?

—Claro, igual que puedes provocarte un orgasmo.

—¡Jajaja!

—Puedes provocar ver cosas, sentirlas y percibirlas.

—¿No te da miedo?

—¿A ti te da miedo el sexo?

—A veces, sí.

—Para mí la videncia es tan natural como el sexo.

—¡Qué bueno!

—Lo que sí me da miedo es perderla. Porque si la pierdo, me convertiré en Rappel.

—¡Jajaja!

—O en Aramís Fuster. Solo tendré fama, y nada en mis huevos.

—¿Y lo de leer el pensamiento también es posible?

—Sí. Puedes percibirlo, sentirlo, olerlo y generar ideas. Pero para hacer eso, tienes que ser muy libre. No estar atado a conceptos.

—¿Tú crees que podrías ayudarme?

—No lo sé. Si quieres que te la chupe, sí.

—¡Jajaja!

—No sé qué te pasa.

—Estoy un poco desorientado en mi vida.

—Te entiendo. Yo también.

—Hoy mi pareja me ha dado un pequeño plantón, y ha hecho caer varios pilares.

—¿Has descubierto que puedes perderla?

—No, el problema es que yo estaba, o estoy, mucho más enamorado de ella que ella de mí. Le abrí mi corazón, y ella no lo hizo del todo. Hasta que un día exigí un poco más.

—¿Y qué quieres que haga yo exactamente?

—Preguntaba si podrías ayudarme. Ahora no sé hacia dónde tirar.

—Dime qué quieres y te diré si puedo hacerlo.

—Ella me ha pedido ir más despacio, pero en el fondo sé que algo ha cambiado y que no volverá a ser lo mismo.

—Eso no es intuición, sino miedo.

—Las heridas ya están hechas…

—No es lo mismo correrse que mear, aunque todo salga por el mismo sitio.

—¡Jajaja!

—Las heridas se curan.

—¿Cuánto cuesta que me eches las cartas?

—Mucho.

—¡Jope!

—¿No dijiste que viste mi web?

—Sí.

—Pues mucho no debiste leer, los precios están allí.

—Ah, ya los veo… 116 euros por la tirada.

—Sí, por una lectura general y cinco preguntas.

—¿Usas videncia y tarot a la vez?

—Claro, yo soy todo en uno. ¿Tú cuando follas usas solo la polla o usas todo el cuerpo?

—¡Jajaja! Todo, todo.

—Pues eso. La videncia es parte de mí, las cartas también. Lo muevo todo y uso todo.

—¡Eres un crack!

—Gracias. ¿Puedo copiar y pegar esta conversación en mi diario?

—¡Entera?!

—Sí. Solo te leerán mil personas al día.

—¡Wow! ¿Me haces una tirada a cambio?

—No.

—…

—¿Me haces tú una mamada?

—¡Jajaja! No.

—Pues…

—¿Puedes borrar mi nombre?

—No. No sería real.

—Pero nadie sabe quién es «Josep», tienes razón. Adelante.

—Ok, gracias.

—De nada. ¿Por qué la quieres publicar?

—Porque iba a escribir y apareciste tú. Ya no me apetece escribir. Así me ahorro los deberes… Además, tú eres parte de mi día.

—¡Pues adelante! Ponle un título como «Conversaciones con un joven español».

—Jajaja, me gusta.

Querido diario, ¡qué chico! Por discreción, no pondré la foto que me ha enviado, pero ¡qué preciosidad! ¡Por Dios, que alguien me haga volver a la tierra!

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