19 de Junio

Perros abandonados en Santiago de Compostela

Hoy he venido con Sergio a comer a casa después de trabajar en mi consulta, no hacía día de playa, estaba nublado de nuevo. Nombrar a la innombrable hace que se nuble, no se debe de decir la palabra «playa» en ninguna frase que construyas si deseas pasar un día en la arena, porque si la mencionas, se nubla… ¡es casi matemático!.

Cuando dejamos las cosas en casa, fuimos directos al Solarium, que es un sustituto artificial del sol pero que también me relaja, Sergio y yo hemos ido muchas veces el pasado año, aunque reconozco que en ocasiones nos hemos excedido, ¡en Diciembre aún estábamos negros! , era poco creíble aquel bronceado… y la gente preguntaba demasiado. Pero nos veíamos más atractivos y cuando dos amigos se ven más atractivos con algo…

Mientras caminábamos encontramos dos perros abandonados, que iban uno al lado del otro, perdidos como vacas sin cencerro, deambulaban de derecha a izquierda sin rumbo fijo, asustados, mirando a todas partes, eclipsados por el ritmo frenético de una ciudad en permanentes obras. Los coches frenaban en seco, cuando cruzaban sin cuidado la calle. Sergio me miro con cara de «te conozco, se lo que vas a hacer» y yo hice lo que bien pronostico Sergio.

Me puse a perseguirlos para observarlos y ver si tenían o no tenían dueño, y para intentar salvarles la vida de morir atropellados de un momento a otro, quería intentar llevarlos a casa como primer paso, después ya pensaría.
Me apresuré detrás de ellos y a cada minuto se me encogía más el corazón viendo aquella estampa de dos perros abandonados perdidos y asustados buscando a su dueño verdugo de una impepinable soga. Todas las personas los miraban, pero nadie se paraba, nadie los llamaba, nadie trataba de cogerlos y ayudarles. Ellos miraban hacía arriba, a las cabezas de todos los que en su camino se cruzaban. Era tristísimo.

Les grite, les chille: ­ «Holaaaaaaaaaa», ¡ven bonito ven!, ¡ven aquí precioso!, y vinieron como locos, empezaron a darme besos en la cara como si me conociesen, los acaricie un buen rato, intente caminar con ellos hasta el portal de mi edificio y tras mucho esfuerzo, me los traje a casa. No se atrevían a entrar, se notaba que habían sufrido mal trato, y los cogí en brazos.

Pobres perros,¡como estaban!, sucios, infectadísimos de pulgas, les vi más de 40, era tremendo, llenos de garrapatas, y con unos ojos de tristeza que solo verlos entendí su desesperación.
Cuando recogí a Greta y Mora, mis perras, una hace dos años y otra hace uno, también estaban en una situación idéntica.

Es tremendo, las personas abandonan egoístamente a sus animales sin amor, sin preocuparse por ellos en absoluto, no les importa lo que les venga encima, ojos que no ven corazón que no siente, se desentienden de quien un día les dio amor sin condiciones.

Los abandonos son algo que ocurre en nuestra sociedad a diario, y sobre todo ahora en verano, que la gente se quiere ir de vacaciones. Hay un porcentaje enorme de perros abandonados por los cazadores, que de pronto ven que ya no les son útiles para cazar y se deshacen con un tiro en el monte o con un abandono. Me parece de una bajeza espiritual increíble y de una falta de amor por todo lo que es la vida nauseabunda. ¡Les maldigo!.

Soy incapaz de dejarlos morir, de dejarlos abandonados a su suerte, no me parece justo, no me parece que deba permanecer impasible y desentenderme. Me niego a permitirlo y sino hago nada lo estoy permitiendo.

Los he llevado al veterinario poniéndoles los collares y correas de las mías, quería ver si tenían microchip y buscarles a su dueño, si existe, pero ninguno tenía, se notaba que estaban abandonados.
Por lo menos una de ellos, la perrita estaba complemente abandonada se le notaba muchísimo, el enano me hizo dudarlo, estaba más salido que el pico de una plancha, y ella por supuesto en celo, por eso me inclino a pensar que a ella fue abandonada por algún cazador ya que parece de caza y él la persiguió “enamorado” con animo de satisfacer su apetito sexual desde sabe dios que monte o aldea…

A la tarde los desparasité, les quité las pulgas y garrapatas, les di de comer y de beber, y los llene de cariño todo el día. No salí de casa, estuve todo el día con ellos. Cuando me llamaban los clientes no les contestaba.
Pregunte aquí y allí si alguien los conocía, y nadie sabía nada, como casi siempre. El siguiente paso fue buscarles un dueño, alguien que les fuese a cuidar de verdad, mientras tanto me llenaban de besos.

Tenía pánico de que le contagiarán las pulgas a mis 12 animales, sería una epidemia horrorosa y como ya pasé hace años por ella, me atormentaba que pudiese volver a ocurrirme…, las pulgas son tremendas y un autentico coñazo de epidemia, así que tomé todas las precauciones posibles para evitarlo.

Busque y busque a papas adoptivos y finalmente le encontré a los dos juntos la dueña perfecta.
Vino a por ellos, una amiga bruja a la que tengo mucho cariño: «Bhyma­tay», que se dedica a lo mismo que yo y que es gallega también, es una estupenda tarotista de Santiago, y gran escritora.

Cuando la llamé preguntándole si conocía a alguien que quisiese un perro me contó que ella deseaba tener uno desde hacía mucho tiempo, Charo estaba convencida de que estos dos deberían de estar juntos el resto de su vida y que ella tenía que adoptarlos.

Se los llevó a las 12 de la noche en un taxi, rumbo a su nueva vida.
Yo sonreí de oreja a oreja mientras ella les compraba de todo y me despedí de aquellos peludos que tuve la suerte de conocer y disfrutar de su compañía por un día.­


Mucha suerte enanos!

Acabo bien la historia, a veces la vida tiene un final feliz.

Me voy a duchar, me pica todo, después me volatilizo a la cama, estoy agotado, no puedo más. Buenas noches Diario.

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