24 de Enero

Escena vibrante de la preselección de Eurovisión 2007 con una cantante en el escenario, acompañada por dos bailarines deslumbrantes y una multitud eufórica.

Noche de Eurovisión y Belleza Desbordante

Ayer fue la última gala de preselección para Eurovisión. Con los finalistas ya elegidos, solo queda la gran votación que decidirá quién tendrá el honor de representar a España en Helsinki en este 2007.

Massiel, la mítica ganadora del festival en 1968, volvió a estar impecable como presentadora. Natural, espontánea y con esa energía arrolladora que la caracteriza. Siempre me ha parecido una mujer auténtica, ruda si se quiere, pero genuina. Aunque, si de rudeza hablamos, tampoco soy yo el más indicado para juzgar.

Junto a ella, Mikel Herzog, con su perilla tan meticulosamente recortada que parecía calculada al milímetro. Es un hombre encantador, de eso no hay duda. Y aunque Massiel parece llevar las riendas en cada momento, él sabe moverse con la elegancia de quien ha aprendido a manejar su propio terreno.

Mis favoritos, aquellos que de verdad me hicieron vibrar, lograron clasificarse todos. No pude estar más feliz.

Yanira Figueroa fue una de las sorpresas de la noche. Sencilla, sin artificios ni pretensiones, pero con una voz capaz de erizar la piel. Luego estaba Sheila Rodríguez, que apostó por un tema melódico y supo defenderlo con una elegancia natural. Yolanda, por su parte, llevó a escena una versión de Madonna que me dejó embelesado.

Y luego estaba Rebeca. Maravillosa, incansable luchadora en una carrera que hasta ahora no ha recibido el reconocimiento que merece. Su actuación fue impecable, pero lo que realmente me conmovió fue la reacción de su madre. Tan entregada, tan emotiva, tan al borde del colapso con la emoción de ver a su hija brillar sobre el escenario. Esa entrega absoluta, ese amor desbordado, me llegó muy dentro.

Pero, claro, entre tanto talento y emoción, no podía faltar un detalle que desviara mi atención.

Porque allí, en el escenario, Marta Llenas no solo cantaba con maestría, sino que tenía a su lado dos bailarines que eran, sencillamente, un espectáculo. Pero había uno en particular… un moreno de melena planchada al estilo manga, ojos oscuros delineados en negro, una belleza magnética, un cuerpo esculpido en el Olimpo de los dioses.

Y yo, entre la música, los focos y el frenesí de la noche, solo podía preguntarme:
¿Por qué existen chicos tan guapos?
¿Dónde miro? ¿Cómo se sobrevive a esta avalancha de belleza?

El mundo está plagado de hombres irresistibles. No sé si será una cuestión de feromonas, de bilirrubina o simplemente que la gente ha aprendido a explotarse mejor. Pero allí estaba él, en pleno apogeo, recordándome que, además del arte y la música, Eurovisión también es un festival de bellezas descomunales.

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