5 de Noviembre

Escena glamorosa y humorística en un prestigioso festival de cine en Ourense, Galicia. Un hombre con un atuendo llamativo camina por la alfombra roja bajo los reflectores.

Ayer dormí pocas horas. Me acosté tarde, sobre las 4 de la mañana, después de regresar de Ourense. Había asistido con Dani a la inauguración del Festival de Cine Independiente. Dani tenía que ir por trabajo, ya que, como te conté, trabaja en la radio, en Punto Radio, donde hace una sección de cine que se emite a nivel gallego. Por esta razón tiene pase de prensa y cubre todo el festival para sus oyentes.

Este evento, dirigido por el sencillo y encantador César Silva, se celebra desde 1996 y reúne a las figuras más destacadas de Ourense: el elegantísimo alcalde Manuel Cabezas y su guapísima esposa, personalidades de la Diputación y políticos de toda Galicia, así como rostros conocidos de la Televisión de Galicia, la prensa, la radio y, por supuesto, del cine. Además, el festival cuenta con invitados ilustres del panorama cinematográfico nacional: Álex de la Iglesia, Carmen Maura, Imanol Arias, Luis García Berlanga, Sancho Gracia, Alejandro Amenábar, Mercedes Sampietro, Concha Velasco, Adrià Collado, Miguel de Lira, Tamar Novas, Mabel Rivera, Alejo Sauras, Unax Ugalde, José Sacristán, entre otros.

Es el único festival de cine independiente de toda Galicia y tiene una gran repercusión mediática en España y fuera de ella. ¿No te enorgullece? ¡Porque a mí sí! Y es que los gallegos siempre tenemos lo mejor.

La organización está mayoritariamente en manos de gente joven, que cuida hasta el último detalle para que todo salga perfecto. Y lo consiguen. El festival es cercano y amigable, pero al mismo tiempo tiene todo el glamour del cine. Dura una semana, durante la cual se proyectan los cortos y largometrajes a concurso. Los directores conviven en la ciudad, presentando sus películas en ruedas de prensa, mientras Ourense se llena de cinéfilos, actores, realizadores y periodistas.

La programación se divide en varias secciones: cortometrajes, largometrajes, cine clásico (donde se rinde homenaje a una figura de renombre), cine en femenino (dirigido por mujeres) y documentales. El año pasado, por ejemplo, coincidió que estaba nominado el documental: «Hannan, de Marruecos a Galicia«, donde precisamente me hicieron una entrevista y aparezco entrevistado y doblado a varios idiomas, fue realizado por Ibisa TV, donde se habla de la similitud cultural y mágica de creencias o costumbres, entre Marruecos y mi país gallego.

Este año se homenajeó a Juan Diego por sus 40 años de carrera y al cine de Luchino Visconti en el centenario de su nacimiento.


Salimos de casa a las 12:30 del mediodía. Dani quería asistir a una de las ruedas de prensa, pero no logramos llegar a tiempo. Pasamos el día en la ciudad, comimos en un restaurante con otros asistentes al festival y dimos un largo paseo turístico.

Yo insistí en ir a una heladería donde sirven unas copas de helado gigantes y deliciosas, las mismas que el año pasado comí con mi amigo, el gran actor de teatro Manuel de Aguilar. ¡Cómo me gustan los helados! Nunca me canso, soy adicto.

La fiesta comenzaba a las 8 de la tarde, así que a las 7:30 me cambié de ropa en el coche. Sí, allí mismo. Me desnudé y me vestí para la ocasión, dejando a los viandantes boquiabiertos con mi improvisado vestuario de calle a gala en cinco minutos. Parecía Superman cambiándose en una cabina telefónica. Dani hizo lo mismo mientras yo pagaba el garaje.

Nada más entrar en la gala, entre focos y cámaras, nos encontramos con el jefe de Dani, el famosísimo presentador Super Piñeiro, con quien estuvimos charlando durante toda la noche. También saludamos a mi amigo y vecino Moncho Lemos, quien, para mi gusto, es uno de los mejores profesionales de la radio. Estaba cubriendo la noticia para la Televisión de Galicia.

Allí también coincidimos con el veterano presentador Pemón Bouzas, hermano de Vicente, conocido como «VI», quien fue mi mejor amigo durante parte de mi juventud y que, pese al paso de los años, sigue teniendo un lugar reservado en mi corazón. Vicente es ese amigo que jamás pasa de moda en mi cabeza, alguien a quien siempre venero con cariño.

Pemón sería el encargado de dirigir la gala, donde nos fuimos encontrando con más caras conocidas. Galicia no es muy grande, y aquí nos conocemos casi todos.

Después de los saludos, nos escapamos un rato fuera, donde había menos ruido. Allí, un chico precioso no paraba de mirarme. ¡Jesús, qué tío! Pero claro, una está «casada» y no era cuestión de decirle nada. Me pareció que él también tenía novio, porque el chico que lo acompañaba me miraba con cara de querer asesinarme. Dani me susurró:

—¿Viste qué guapo es?

—Pff, tampoco es para tanto… le respondí… siempre actúo con rechazo, cuando me gusta alguien.

Creo que mi camisa de brillantina plateada y mis pantalones rojos llamaron su atención entre tanto traje de chaqueta. Mientras hablaba con todo el mundo, el chico no me quitaba ojo.


Entramos en la gala y lo perdí de vista. El evento comenzó con una gran orquesta en vivo, y tras el primer bloque, hubo un intermedio antes de la proyección de la película de inauguración.

En ese descanso, fui con Dani al baño. Y ahí empezó la tragedia.

Mi pantalón era de gasa roja muy fina y, con el mínimo contacto con el agua, se transparentaba. Mientras me lavaba las manos, unas gotas salpicaron directamente en la entrepierna. Me miré en el espejo, con esas grandes luces de diseño que no perdonaban nada… y ¡horror! Parecía que me había meado encima.

Justo en ese momento sonó la señal de aviso para volver a la sala. Mi corazón empezó a latir a mil por hora. ¡¿Cómo iba a cruzar toda la gala con semejante mancha en el pantalón?!

Dani, que me esperaba afuera, entró a buscarme:

—Vamos, apúrate, ¿qué haces? ¡Tenemos que entrar!

—Mira esto… —señalé mi entrepierna.

—Pero, ¡¿qué carallo hiciste, cochino?! —me dijo riéndose.

Al explicarle lo ocurrido, justo en ese momento entró un organizador del festival para avisarnos de que ya debíamos entrar.

—Dani, no te separes de mí, ponte delante todo el tiempo para taparme hasta que me siente.

—Vale, pero pégate bien, si no, se ve todo.

—¡Joder, joder, joder! —repetía yo sin parar.

Y allí fuimos, pegados como dos garrapatas, caminando despacito entre la gente, subiendo escaleras interminables, rodeados de miradas curiosas que seguro se preguntaban qué demonios hacíamos.

Para rematar, nos equivocamos de entrada y tuvimos que cruzar toda la sala, donde ya estaban todos sentados. Y por supuesto, las luces aún no se habían apagado. Vamos, que todo el mundo tuvo la oportunidad perfecta para fijarse en mi pantalón, con la mancha en primer plano.

¡Qué bochorno! No sé si alguien lo notó, pero yo estaba más rojo que la tela de mi ropa. Ese pantalón no lo vuelvo a usar en mi vida. Si Aramís Fuster viese esto, seguro que se reiría todo el año. Hija de puta, seguro que me echó un mal de ojo.


En fin, toda una odisea. Y es que el glamour es solo para quien lo ve, no para quien lo vive. La realidad de la vida es pura comedia.

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