Hoy me he pasado el día entero fuera de casa, no puedo estar allí, se me cae todo encima.
Primero fui a comer a la de mi familia, allí estuve hasta las 21:30, luego fui a cenar invitado por Dani a un restaurante vegetariano muy bueno. Comida delicatessen de diseño, sabrosa y en cantidades ínfimas.
He comprado unas flores bonitas para mi gata «Gloto» y le he encendido unas velas blancas alrededor de su cuerpo, he puesto inciensos variados para darle paz a su alma y la he rodeado de primavera.
No he querido volver a casa hasta que no aguantase más en la calle, fui a dar vueltas con Dani por toda la zona vieja de Santiago anduvimos hasta las 2:30 de la madrugada. Estoy agotado, pero necesitaba andar, sé que cuanto más ande y me canse mejor para poder dormir después, descansar me hace mucha falta tal y como estoy.
El cuerpo de mi gatita está en el salón, allí descansa en un cojín azul rodeado de margaritas, lirios y velas. El Lunes llamaré para pedir cita a la incineradora de animales en Coruña, es la única que hay por aquí cerca, la misma donde llevé a Manchitas y a Basi. Su cuerpo esta perfumado por los inciensos, no huele mal, pero ella esta rígida, fría, dura y eternamente dormida. Sus ojos permanecen abiertos, se los he intentado cerrar, pero no soy capaz, parece que aún me mira. De nuevo cara a cara frente a la muerte.
Estoy francamente mal, para la gente solo es un gato, pero para mi significa mucho, toda mi vida gira alrededor de ellos desde hace 13 años y los considero como mis hijos. Exactamente igual que una hija de 12 años humana.
Me ha llamado mi hermana para darme su apoyo, pero le he acabado por colgar el teléfono, me ha dicho que sentía mucho lo de mi gata y que cuantos me quedaban ahora, mi reacción ha sido decirle que no eran un número, ni unos cromos de colección. Le he colgado, lo siento, me sentó francamente mal, estoy muy nervioso y susceptible.
He anulado todas las citas para hoy. No estoy para escuchar a nadie, hoy no.
Buenas noches diario, trataré de leer en la cama hasta quedarme dormido.