Galiza sigue ardiendo, siguen queriendo asesinarla, nuestra tierra y toda la vida que habita en ella sigue agonizando por unos hijos de puta egoistas sin corazón con pretensiones y anhelos materiales privados. No esperan al equilibrio de nada, les da igual cargarse los árboles, las plantas o a las miles de vidas animales que en ellos residen, no les importa su dolor, ni su perdida, ni la crueldad de sus muertes, solo les importa su fin: el dinero.

Mientras tanto los políticos juegan a lanzarse cozes verbales para adquirir protagonismo mediático, unos critican a los otros para conseguir electores. ¿Cómo puede ser la política tan sucia, en un momento donde todos deberían de estar unidos y haciendo lo posible por tramitar ayudas y solicitar auxilio del exterior?

¿Acaso ya no recuerdan, en su escasa memoria, lo que hizo su gobierno cuando el barco «Prestige» tiñó nuesto mar de petróleo?, ¿ya se olvidaron?, que rápido se borra todo entre trajes chaqueta, maletines y dobles vidas morales y ocultas­ sexuales.
No me parece apropiado ni lógico ponerse a discutir ahora de quien tiene la culpa o no la tiene, primero hay que acabar con el fuego deteniendo a quien lo está provocando, y tratar de controlar los que ya existen, unos 130 incendios en toda Galiza. ¡Es muy fuerte esto es un asesinato!, y estos pirómanos deben pagarlo bien caro. Aunque ellos no me preocupan, me angustia más mis montes y mis animales, a los cuales adoro, salvaría antes a un animal herido que a mi mismo. Ver está historia por televisión me crucifica, me siento completamente impotente.

Es como ver arder tu casa. Recuerdo que me sentí así cuando estuvo a punto de estallar todo el edificio donde vivo debido a un incendio que empezó en el 4° piso por: un adolescente, unas palomítas y un micro hondas, empezó ha arder y no supo pararlo, cerca había 2 bombonas de gas abiertas, él entró en pánico y emepzó a chillar por todas las escaleras: ¡¡¡ Fuego, Fuego, Fuego!!!!!.

Al poco vinieron un camión de bomberos quienen nos mandaron desalojar nuestras casas urgentemente por riesgo eminente de explosión. Yo me negué a abandonar mi hogar, a mis 10 gatos, a mis peces, periquitos y a mis 2 perras, dije que ¡ni a rastras!, ya te lo he contado en otro capítulo. Lo pasé fatal, ¡no podía hacer nada!, me sentía completamente impotente, solo podía utilizar el rezo y el control mental, rogar a Dios que todo acabase bien, que terminase esa pesadilla y que todo volviese a la normalidad y concentrar mi fuerza en restablecer el orden dentro de ese repentino caos.

Ahora también me siento así, me siento como si no pudiese hacer nada, no paro de suplicarle a «Santa Bárbara» que llueva y no sólo eso, que llueva mucho para apagar todo, pero parece fuera de cobertura.

A cada rato presentan en los medios de comunicación nuevos incendios y mientras extinguen algunos, otros comienzan a nacer en otros puntos, ya que estos asesinos siguen sueltos y sin que nadie les pare en su ínteres, desean calcinar todo aquello que luego puedan vender para edificar y construir. Esto será interminable como la población rural no tome parte, de forma masiva, denunciando ante cualquier cosa sospechosa, pues los que queman son sus propios vecinos y algunos queman sus propias tierras para no tener que desbrozar, muchos de estos asesinos de Galicia son señores y señoras de más de 70 años.

Estoy muy triste por todo lo que está pasando, hoy tendría que estar de buen humor y ver el programa donde voy a salir de «Aquí hay Tomate»en Tele 5, ya que la entrevista es en clave de sarcasmo, humor y critica, debería estar satisfecho, pero sin embargo no lo estoy. En estos momentos solo me preocupa que me están quemando mi casa, donde nací, donde viví, y donde pienso morir y que se están quemando los míos: mis animales, árboles y plantas y apenas puedo hacer absolutamente nada.

Ya sé que el destino sigue, que la vida continua y no se detiene por nada ni por nadie, pero en lugar de estar pendiente de mis cosas y de mi trabajo, estoy más pendiente del telediario y de hablar con quien conozco que vive en Rianxo y ha estado con una mascarilla intentando defender su casa de unas debastadoras llamas de más de 4 metros.

Si salgo en TV me pondré un lazo negro en señal de luto de los montes quemados. Pero esto no hará nada, todo seguirá igual hasta que cojan a esta mafia.

Todos los Gallegos estamos sobrecogidos, no conozco a nadie que no este preocupado o afectado, un lazo negro solo unirá nuestro dolor en señal de aullido de tristeza, impotencia y protesta, pero el fuego sigue y mientras cuento esto, miles de árboles, insectos, plantas y animales se están muriendo. Y sigo oliendo a quemado, y sigue cayendo ceniza del cielo.

«E sigo ulindo a queimado, e segue caendo cinza do ceo. Maldigo a aquel que usa o lume para isto»