Hace años que vengo rondando la idea de escribir mi diario. ¡He comprado tantas libretas!: Pequeñas, grandes, a cuadros, sin cuadros, con alambre, sin él.
Siempre escribo, con mucha ilusión y buena letra su primera página. Me gusta su olor y su textura cuando aún nadie ha empezado a rasguear en ella. Quizás me recuerda a mi infancia, cuando al comienzo de curso estrenamos libros y los forramos para impermeabilizarlos de la mutante eterna lluvia de Santiago de Compostela.
Aún ahora me gusta cuando resbalan rápidamente entre mis dedos sus hojas, exhalando en mi cara su aliento de celulosa virgen y frío, me gusta ese olor y me provoca pensar en todo aquello que me queda por escribir todavía…, quizás es porque un block nuevo representa esa similitud de una vida en blanco, que todos alguna vez hemos deseado, una existencia nueva por escribir en el cuaderno de nuestro destino.
Muchas veces sueño empezar mi vida desde cero, con otro nombre, en otra ciudad, con otro oficio, en un lugar donde nadie me conozca y no sepan nada de mi pasado, ni de mi historia…, donde yo no distinga a nadie y no tenga ninguna atadura.
No es porque no me guste mi vida, sino porque creo que nos limitamos y esforzamos demasiado en vivir una vida, que quizás, no es la más adecuada para hacernos felices.
Nos perdemos un montón de experiencias maravillosas apoltronados en un solo tipo de existencia o automatismo. Acostumbramos a nuestra psique y ego a un nombre y a un apellido, a una imagen, una forma, una casa, un trabajo, una pareja, una familia y unos amigos y perdemos las otras conciencias en espacio-tiempo que ocurren paralelas a nuestro camino, que en realidad va hacia un único y determinante sitio, que quizás digo, no es el nuestro, o cuando menos, no es el único.
Hasta ahora, solo en dos he continuado, el resto han servido para acabar apuntando citas, nombres, apellidos, visas de clientes o notas en mi nevera. Estas dos son mis libretas más queridas, una es someramente negra, con formato de libro, perfectamente encuadernada en tela y sus hojas son finas de un blanco nítido tiza, en ella estoy escribiendo desde hace «algún tiempo», no importa cuanto, el guión de cine que pretendo me de a conocer algún día (no tengo prisa), en el maravilloso diafragmático 7° arte como mi segunda obra de cine, mi primer largometraje, y que pienso publicar como novela en cuanto me sea posible y la de por concluida.
«El final de Ilmo», así la título, escribo sobre una historia que transcurre en un poblado Celta y cuyo protagonista es Ilmo, un niño muy especial, que espero me perdone, por crearle y haberlo despertado de la nada.
A veces parir una obra es una responsabilidad adictiva y egoísta que cuando nos ha servido, la dejamos abandonada en el olimpo de la nada. ¿A dónde van aquellos que han creado los escritores, cuando finaliza la última página de su libro?
El otro cuaderno lo uso de diario, en él escribo siempre algo por parvo o escaso que sea, pensamientos, cabreos, dudas, miedos, y mi pequeña noción en la vida. Esta semana justamente lo he acabado, y viendo que precisaba comprarme otro para continuar, pensé: -¿Por qué no escribir en el ordenador?, y así me sería más fácil corregir, borrar, y tenerlo todo bien archivado. Esto, es lo que me ha hecho llegar a la quimera de escribir mi diario con un teclado, sin usar ese bolígrafo que incesantemente queda sin tinta en un clima como el de Galicia. Luego, mi cabeza que siempre hace de las suyas, me expuso: – ¿Y por qué no lo haces desde tu ordenador portátil, y aprovechas para publicarlo en tu página Web?, ¡así no solo escribes para ti egoísta!, así escribes para el mundo. -¿Por qué no? dije (me pareció una buena idea de esta jodida cabeza loca). Una de esas elucubraciones que se le ocurren en la cama cuando no hay clientes, no hay teléfonos, no hay música, ni televisión, no hay arcanos ni mayores ni menores, no más que el sonido del tiempo, ese reloj plateado que nunca para de sonar en mi habitación y que cuando deje de escuchar, viablemente será porque se habrá quedado sin pilas, o existiré con: Manchis, Tucho, Ia, Tomasita, Gloto, Ada, Basi, Hilarita, Papa, Mama, Uxía, Feito, Coca, Bonzo, BoquiBoqui, Troski, Rosita, Currito, Rosco, Burrito, Naranjito, Hilarita, Lenta, Carallito, Domingo, Eureka, Bo, Manolo el que vive solo,Café (Petra), Conchita, Mitshu, Bitshi y Lince,Theo, Leo, Mama Gato, Opala, Greta, Mora y todos aquellos, de los que nunca me olvido, que un mal día me arrebató Dios, sin avisar.
Los brazos no siempre aferran todo lo que deseamos agarrar, hay cosas que se escurren entre ellos como el agua, algunas, gota a gota.
A partir de ahora queda inaugurada esta nueva libreta, en esta Web personal, para continuar escribiendo y borroneando todos los días que pueda, sobre mi vida en este jodido, hermoso, terrorífico, enorme, titánico, cíclico y constante mundo, que no se detiene, ni para que bajemos a orinar.
Un abrazo a todas/os aquellos que os interese y lo leáis a partir de ahora, por favor, perdonadme las faltas de ortografía que serán muchas, ya que no sé escribir y no tengo ni idea de reglas de gramática. Mis escasos estudios hasta 1° de BUP equivalente para los más jóvenes a 3º de la ESO (sin finalizar), no me hacen muy dotado en «normas» …
Soy un «inculto autodidacta» confeso, con un enorme falo de ideas en erupción, que poco a poco y día a día podréis leer en
este diario.
Cualquier comentario sobre este blog o lo que en él escribo, puedes dirigirlo al correo: diariodeunbrujo@santimolezun.tv o a mi whatsapp personal: +34 693 35 35 35.